19 de noviembre del 19
19/11/2019 § Deja un comentario
Dentro del término municipal de Noalejo, pero muy cerca de Arbuniel, se encuentra el Cortijo de la Torre, al pie del cerro Atalaya, llamado así por la pequeña construcción árabe que en otro tiempo hubo en su cima y de la que hoy apenas se distinguen los muros arruinados de sus cimientos.
En la época de mayor esplendor musulmán este cortijo estaba en poder de un moro llamado Gallarin, que se había apropiado a costa de la Conquista de un extenso territorio en toda la comarca. Junto al lugar de su residencia y en lo alto de un cerro había mandado construir un torreón desde donde divisaba un amplio territorio sembrado de fortalezas y torres vigías cuyas ahumadas le advertían de los peligros de incursiones enemigas.
Contaba este gerifalte moro con la amistad y la confianza de un personaje muy principal, el rey Almanzor, aquel caudillo vencedor en más de ochenta batallas, y con frecuencia recibía sus visitas en su escondido rincón de Sierra Mágica. En una de ellas, Almanzor, como un gesto premonitorio de su trágico final en Calatañazor, le propuso esconder en algún lugar secreto de su propiedad todos los tesoros que había acumulado a lo largo de sus correrías por el suelo peninsular.
Así fue que con la asistencia de los más allegados súbditos de Gallarín excavaron un profundo subterráneo con cámaras adecuadas donde Almanzor fue colocando todas sus riquezas. Entre ellas destacaban los nueve caballos cargados de oro y el famoso collar de la Reina de Nápoles, también introdujo abundante armamento, espadas, monturas, etc., como para dotar a un grandioso ejército y, además, un retrato de todos los moros que durante siglos habían cruzado el estrecho para pisar tierra española. Pero una vez acabado el trabajo y después de camuflada totalmente la entrada de la caverna, Almanzor receló de su amigo y maquinó una traición que acabó con la muerte de Gallarín y de todos sus colaboradores. Derribó su palacio y la torre vigía que había construido en el monte, hasta tal punto que no quedó rastro de que aquella tierra hubiera estado poblada en ningún momento.
No pasó mucho tiempo cuando el ministro árabe tuvo que abandonar tierras segovianas derrotado y perseguido hasta que se encontró con la muerte en las puertas de Medinaceli, quedando su tesoro en el anonimato para siempre.
Según las cronicas, vivía cerca de Cambil una mujer muy rica que tenía mucha amistad con el obispo de Jaén. Solía visitar a menudo al prelado y le llevaba buenos regalos. En una ocasión, el obispo, en pago de su amistad le dio una copia del testamento del Rey Almanzor, que estaba en el Archivo de la catedral jiennense. Lo curioso de este documento era la descripción tan precisa que daba de un lugar muy concreto situado a una treintena de kilómetros de la capital, de lo que podía tratarse muy bien de un tesoro.
Esta señora guardó el documento en su cortijo con la idea de algún día prestarle un poco de atención, cosa que no ocurrió nunca, pues al poco tiempo una grave enfermedad acabó con su vida. El cortijo pasó entonces a manos de unos nuevos dueños, los que descubrieron el documento. Lo leyeron en voz alta, sin comprender al principio su significado, y cuando sospecharon lo que podía ser, guardaron celosamente el papel donde nadie pudiera encontrarlo. Pero no contaron con la avisada memoria de su moza, que aprendió el texto de corrido y que sería de la siguiente forma
A cinco leguas de Jaén, sitio de la Torre, señas más principales: la loma de las Cabras y el castillo derribado en la atalaya que divisa siete torreones. El terreno que allí existe tiene dedos y yemas y rayas en las piedras. Un árbol negro con un tronco muy grueso y unos endrinos. Tres mogotes de piedra hechos de la mano del hombre, uno enfrente de Coloma y los otros al hilo de éste. De uno de ellos baja un carril desmochado de piedras, cuando acaba, a tres metros en dirección al sol saliente, una piedra igual de ancha que de larga tapa un agujero y a continuación un pasillo ancho y largo, no hagas caso de cuanto veas ni oigas, sigue adelante hasta que veas, al final, dos poyos grandes.
En un principio las pesquisas se dirigieron al castillo de Arenas, en término de Campillo de Arenas, donde, según cuentan, más de una fortuna se ha derrochado cavando túneles por los alrededores, y aun la vida de algún desafortunado que la arriesgara remontando sus peligrosos paredones.
Al no encontrarse nada las prospecciones cambiaron de escenario, llevándose a cabo más recientemente en el cortijo de la Torre, sin que hasta hoy sepamos de ningún descubrimiento importante.
17 de agosto del 18
17/08/2018 § Deja un comentario
Existe una lista del patrimonio que se encuentra en peligro conocida como Lista Roja del Patrimonio que recoge aquellos elementos del Patrimonio Cultural Español que se encuentren sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores, al objeto de darlos a conocer y lograr su consolidación o restauración.
Se dice que destrucción es para siempre y es cierto. Aquello que el abandono, la incultura o ambición demuele, rompe, devasta, derribar, desmorona, arruina, asuela, destroza, abate, arrasa, arrolla, desintegra, pulveriza, o desmantela, no se puede recuperar.
Perder el patrimonio, sea arqueológico, civil, militar, natural o religioso, es una de las mayores barbaridades que se pueden cometer, porque somos lo que hemos heredado del tiempo.
Fuente: Lista Roja del Patrimonio
05 de diciembre del 17
05/12/2017 § Deja un comentario
Cerca de Uffington, en el Condado de Oxfordshire, Gran Bretaña, en la zona sur-oriental de Inglaterra, existe una peculiar muestra de arte prehistórico: El Caballo Blanco de Uffington.
En las cercanías hay muchos yacimientos arqueológicos, como el Castillo de Uffington, restos de un fuerte de la Edad de Hierro, o el túmulo prehistórico de Wayland’s Smithy, que se encuentra a 2 km en dirección oeste. No muy lejos discurre The Ridgeway, un antiguo sendero que se considera el camino más viejo de Gran Bretaña, en uso desde el Neolítico.
El Caballo de Uffington es el geoglifo más grande y elegante de todas las figuras de caballos existentes en Gran Bretaña, de hecho puede observarse desde una distancia superior a los 20 Km.
Es una figura muy estilizada de unos 150 metros de largo por 30 metros de alto, construida en distintos segmentos que varían en longitud y excavada a una profundidad de unos 90 centímetros aproximadamente.
El suelo de esta región está formado por una peculiar arcilla blanca, se cree que estas figuras fueron creadas siguiendo una técnica muy antigua, excavando el suelo hasta una profundidad de casi 1 metro. Las técnicas usadas en esa época eran bastante simples, bien amontonando o bien quitando arena, piedras o vegetación.
Tallado en la parte alta de una colina de 374 metros de altura, el Caballo de Uffington se hizo retirando toda la grava que se encontraba allí, dejando expuesto el mineral que compone principalmente este terreno, la creta, que es de color blanco.
Estas formaciones en las colinas de Oxfordshire, vistas desde las alturas, nos muestran la forma de un caballo, o al menos así era llamado durante el medievo.
Se ha discutido mucho acerca de qué representa realmente la figura, no está claro si se trata de un caballo o de algún otro animal. Hay textos que describen la imagen como un caballo desde el siglo XI, de hecho el llamado Cartulario de Abingdon habla del Mons albi equi o la colina del caballo blanco. Se suele creer que el Caballo Blanco es un símbolo tribal relacionado de alguna forma con los constructores del Castillo de Uffington.
Hay hipótesis que sugieren que la figura era una señal para los viajeros que atravesaban The Ridgeway, anunciando que se vendían o cuidaban caballos en el fuerte.
El folclore local afirma desde hace siglos que es el retrato del dragón vencido por San Jorge en la cercana colina de Dragon Hill. Según la tradición, San Jorge venció al dragón en lo alto de esta colina y su sangre derramada envenenó la hierba, que no ha vuelto a crecer.
También ha sido asociada, junto con el resto de las figuras de caballos que abundan por la zona, a la forma de caballo con la que los celtas solían representar a la diosa Epona, divinidad relacionada con la fertilidad, las artes curativas y protectora de los caballos.
Algunos mitos sugieren también que la figura es una señal conmemorativa de la victoria de los sajones, a las órdenes de Alfredo el Grande, sobre los daneses en el año 890.
Se piensa que puede tener unos 3.000 años de antigüedad, pero estudios mas recientes lo han fechado en la Edad del Hierro lo que se ha podido descubrir por datación óptica, que muestra la cantidad de tiempo que un mineral ha estado expuesto a la luz. Además, en sus alrededores también se encontraron monedas de esa época con la inscripción de un caballo bastante parecido.
El Caballo Blanco de Uffington ha ido cambiado su aspecto con el tiempo debido a las adversidades meteorológicas, los actos vandálicos y a las distintas restauraciones que se han realizado.
Hasta finales del siglo XIX el Caballo Blanco era renovado cada siete años como parte de una fiesta local que se celebraba en la colina. Si no se limpia con regularidad se oscurece fácilmente, por lo que necesita un tratamiento constante para que permanezca visible. Actualmente su mantenimiento corre a cargo del departamento público English Heritage.
Otra leyenda romántica relacionada con este caballo dice que en las noches iluminadas por la luna, la figura abandona su colina para ir a pastar al Manger, el valle donde está enclavado.
Otros muchos caballos aparecen diseminados por multitud de escarpados y colinas, algunos construidos en épocas difíciles de precisar y otros mucho mas recientes, que tratan de imitar a los antiguos: los caballos Blancos de Westbury, Osmington, Cherhill, Folkstone, Alton Barnes o Jockey. Inicialmente existían 24 caballos, pero algunos con el tiempo han ido desaparecido.
Documentación:
El caballo Blanco de Uffington
El caballo de Uffington
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21 de noviembre del 17
21/11/2017 § Deja un comentario
Numerosos autores clásicos recogen este ritual de guerra como una práctica muy extendida por toda la Céltica. Según parece, no se trataba de una simple cosecha de cabezas: el pueblo celta estaba convencido de que en esta parte del cuerpo residía el espíritu de la persona. De acuerdo con sus creencias, guardar la cabeza del enemigo vencido implicaba poseer su espíritu. De este modo, no sólo se impedía al alma proseguir su camino al más allá, sino que además se la obligaba a proteger a su nuevo portador, traspasando a éste el coraje y el valor del soldado caído.
Las puertas de las casas, los recintos sagrados y otras zonas del poblado estaban adornados con cráneos humanos, generalmente bien limpios y pulidos para la ocasión. Las familias más ricas de la comunidad celta guardaban en sus hogares las cabezas momificadas de grandes guerreros y reyes que abandonaron este mundo hace tiempo Para conservar estas cabezas especiales, patrimonio familiar de gran valor para los celtas, se utilizaba un carísimo aceite de cedro. Cuanta más fama de valeroso hubiese tenido aquella persona en vida, más valioso sería después su cráneo, y mayor el poder que alcanzaría como amuleto. Pero no siempre eran de enemigos caídos en combate. En ocasiones las cabezas pertenecían a los antepasados de la aldea. De este modo, los vivos velaban el alma de los familiares muertos.

Varios autores latinos citan en sus escritos casos de personas que rehusaron vender una de estas cabezas por su peso en oro. No era lo habitual. Los grandes coleccionistas llegaban a pagar enormes cantidades por las cabezas de guerreros de gran prestigio. De algún modo podría considerarse esta práctica como un reconocimiento a la importancia del guerrero, un homenaje reservado solamente a personas excepcionales.

Los guerreros celtas aprovechaban los banquetes para mostrar sus trofeos favoritos, con todo el orgullo y la jactancia de que eran capaces, y sin ahorrarse ningún detalle escabroso sobre su captura. En la leyenda irlandesa de Cu Chulainn se narra cómo durante uno de estos banquetes celebrado en Emain, la entonces capital del Ulster, un tal Cet increpa a Connall, quien se considera a sí mismo el mejor de los presentes, respondiéndole que si estuviera allí su amigo Aulan, sería quien ocupase el puesto del campeón. Entonces Connall lo corrige: Aulan está presente; su cabeza, aun chorreante de sangre, colgaba de su cinto.

Al final de esta misma leyenda, cuando el héroe protagonista Cu Chulainn muere, uno de los guerreros del bando contrario le corta la cabeza con un respeto reverencial. No hay en toda Irlanda un trofeo más valioso que ese, el hombre más valeroso de Irlanda e hijo espiritual del dios Lugh. No durará mucho en su poder, pues poco después este guerrero caerá bajo la espada de Connall, el mejor amigo de Cu Chulainn, quien cumple con la misión de vengarlo y recuperar su prestigiosa cabeza para entregársela a su viuda.

La cabeza del joven irlandés Donn Bo, famoso por su hermosa voz, fue encontrada en el campo de batalla y llevada a la tienda del rey vencedor, donde cantó una canción tan melancólica que todos los presentes rompieron a llorar. La leyenda galesa del Mabinogion recoge el relato del rey Bran el Bendito, Gwynn Vrynn, un héroe que, tras ser vencido por los irlandeses en aplastante mayoría, ordena a los suyos que le corten la cabeza para evitar que la tomen los enemigos. Más tarde la cabeza les serviría para salvar el país de una invasión. Para ello tenían que enterrarla en una colina cercana a Llunedin o Londres, con la cara mirando hacia Francia.

El viaje hasta allí fue largo, pero la cabeza de Bran seguía tan locuaz como cuando estaba sobre el cuerpo del rey, entreteniendo a la comitiva y realizando varias predicciones que se cumplieron. Esta leyenda ha perdurado en el tiempo, hasta el punto en que se asegura que tal cabeza aún sigue enterrada en la antigua Gwynfrynn, actual Torre de Londres, protegiendo al país. Famosos son sus cuervos, Bran, en gaélico, significa cuervo, alimentados con dinero público por el maestre de los pájaros. Estas aves, según la tradición, mantendrán a salvo a la monarquía británica mientras no se muevan de allí. Tan fuerte es esta creencia aún hoy en día que estos cuervos, ante el peligro que supuso la pasada epidemia de gripe aviar, fueron encerrados en jaulas especiales dentro de la Torre, para evitar un posible contagio de la enfermedad.

Las cabezas cortadas pasaron a la historia del arte como esculturas que adornaban dinteles, muros, joyas y monedas. Algunas, como las del santuario galo-celta de Entremon, considerado tradicionalmente como una puerta al infierno, en el sur de Francia, tienen un inquietante aspecto, al no tener marcadas las órbitas de los ojos. Este detalle podría indicar que fueron cercenadas post-mortem. Por ello, algunos autores creen que no se trataría de personas caídas en combate, sino de víctimas sacrificadas dentro de algún ritual propiciatorio, destinado a contactar con los dioses en épocas de especial necesidad. En cualquier caso, este lugar fue uno de los muchos que fueron visitados por los arqueólogos esotéricos nazis, y de donde supuestamente se llevaron numerosas cajas llenas de estas cabezas.

El Caldero de Gundestrup, actualmente en el Museo Nacional de Copenhague, está considerado como el objeto celta más valioso encontrado hasta la fecha. Está formado por doce placas de plata dorada con imágenes en relieve, representando escenas cuyo significado resulta complicado de descifrar por el momento. Dignos de mención son los diferentes rostros que aparecen en cada placa, teniendo en cuenta que los celtas no eran muy proclives a representar a sus dioses y menos con pormenorizada forma humana. Podría tratarse de reyes o héroes de la antigüedad y que, como homenaje póstumo, sus cabezas quedaron reflejadas en un objeto creado para perdurar en el tiempo. No sería descabellado pensar que este lujoso caldero hubiera servido como recipiente en ritos de contacto con el más allá.

Incluso en los tiempos en que los celtas ya estaban cristianizados, la cosecha de cabezas siguió siendo una costumbre de guerra, cuando por ejemplo el rey irlandés Aed Finnliath ordenó que se cortasen y amontonasen las cabezas de los vikingos derrotados. O cuando la cabeza del rey Cormac, ya en el siglo X, fue entregada por su verdugo a su enemigo, el rey Flann, quien en contra de lo esperado se apiadó de los familiares del difunto y se la devolvió.


Y aun hoy en día, aunque pocos sean conscientes de ello, el ritual se repite de manera simbólica en la Noche de Todos los Santos. Renacido por el marketing americano de Halloween, la noche de los muertos vivientes reproduce de una manera bastante particular la parafernalia del Samhain celta, la noche en la que las puertas que separaban el mundo de los muertos y los vivos permanecían abiertas, conectando ambos mundos. En dicha noche los cráneos servían como lámparas, posiblemente con la idea simbólica de iluminar el camino de los espíritus en su viaje entre los dos planos. Ahora las calabazas americanas, con agujeros que forman grotescas calaveras, son las que iluminan esa noche mágica, donde los espíritus han sido sustituidos por zombies, vampiros y monstruos varios.Leído en: Celtas: cortadores de cabezas.
Más información: El rito celta.pdf
26 de octubre del 17
26/10/2017 § Deja un comentario
En julio de 2007, mientras que se realizaban unas obras de acondicionamiento de las tuberías de alcantarillado en una casa de la isla Sealand en Dinamarca, fue hallado un cráneo humanoide de extrañas facciones, al que se le ha llamado Sealand Skull o cráneo de Dinamarca. Se gún se dice, en 2010 fue analizado en una Escuela de Veterinaria, no consiguiendo clasificarlo en una especie conocida.
No se encontraron otros restos en la zona de la obra, que pudieran atribuirse a este presunto ser. Según cuentan, el cráneo fue llevado al instituto Neils Bohr de Copenhague para su datación por C14, resultando que su ubicación temporal debió de estar entre el año 1200 y el 1280. Como se observa en las fotografías, el cráneo tiene muchas similitudes con el de un humano, aunque hay alguna diferencia que descarta que pueda ser de una persona.
Según Anton Spangenberg, que escribió una nota sobre este objeto, tal vez alguien lo guardó durante mucho tiempo, y después lo enterró para ocultar su existencia. Es interesante observar que los residentes en Olstykke, en pueblo donde se encontró, hablan de la existencia en tiempos lejanos de un miembro de la Orden de la Luz Pegasus, que custodiaba varios objetos extraordinarios, entre los que se encontraban un cráneo y varios dispositivos de luz indestructibles.
Pero analicemos los hechos desde un punto de vista escéptico. Este caso presenta todos los ingredientes de un fraude, como son:
-El propietario del cráneo no está identificado
-No está disponible para ser analizado
-Solo se han mostrado cuatro fotografías del mismo
-Se habla de análisis científicos realizados, pero éstos no son mostrados.
Este caso no está muy documentado en internet, por lo que recurrí a un doctor para que me ayudase en el análisis óseo del cráneo. Sus conclusiones fueron estas:
-Llama la atención las similitudes morfológicas con un cráneo humano, que sin embargo dejan en evidencia algunos aspectos de esta morfología que difieren de las de una persona.
-Así por ejemplo, la fórmula dental es igual que la de un humano en cada hemiarcada dentaria, es decir, dos incisivos, un canino, dos premolares y tres molares, pero a la vez, cada pieza dentaria es diferente a las humanas.
-El color de las fosas orbitarias y nasales me parece sospechosamente oscuro. Si el cráneo estuvo enterrado durante varias décadas, lo normal es que todo él tuviese la misma tonalidad.
-El cráneo carece de orificios nutricios, por los que pasan los vasos sanguíneos que alimentan la médula ósea.
-No hay marcas de inserciones musculares.
-No hay orificios de salida para los todos los nervios craneales, sólo unos pocos.
-Faltan huesos faciales y sus articulaciones.
-La articulación temporo-mandbular es incongruente.
-La superficie de los huesos es demasiado lisa, sobre todo en un cráneo que se presupone estuvo enterrado.
-El color del cráneo esta bien conseguido, pretende simular el efecto tafonómico de un enterramiento, pero no lo suficiente.
A pesar de disponer de una buena dentadura, este ser no podría masticar. Al no haber espacio en el arco zigomático, el músculo temporal no se puede insertar en la mandíbula, y ésta no puede actuar. Tampoco el resto de músculos responsables de la masticación.
-No hay inserciones musculares en el cráneo ni en la mandíbula.
-El orificio auricular es diminuto, también sería prácticamente sordo.
-No hay orificios para la carótida y otros vasos sanguíneos. El cerebro no recibe nutrientes ni oxígeno. Ni se desprende de desechos metabólicos. Debe ser muy eficiente.
En resumen, y desde la prudencia a la que obliga un análisis realizado utilizando tres fotografías, todo apunta a que se trata de otro fraude más, relativamente bien hecho, pero que no puede engañar a un osteólogo.
Leído en: El cráneo de Dinamarca