25 de diciembre del 19
25/12/2019 § Deja un comentario
Algunas especies de animales en peligro de extinción han conseguido hacerse un hueco en el imaginario popular gracias a su gran exposición mediática. El lince ibérico, la ballena azul, el urogallo o el oso pardo. No pasa lo mismo con sus vecinas de la Naturaleza: variedades vegetales que se esfuman de la faz de la tierra a ritmo trepidante sin ocupar titulares. Tipos locales de tomates, patatas o judías, que se plantan en cada pueblo y que nunca volveremos a ver.
O no tan locales, como el plátano, una de las frutas más populares del mundo que también está bajo amenaza grave. La causa, el mal de Panamá, un hongo resistente a los fungicidas que casi se lleva por delante una variedad de banana, la Gros Michel, en los años sesenta. Ahora, ha vuelto a aparecer otra cepa con su misma virulencia arrasando plantaciones de Indonesia, África, Australia y, lo que es peor, amenazando la variedad que entonces resistió, la Cavendish, los plátanos más populares del planeta, que representan el 47% de la producción mundial. De momento, no hay tratamiento eficaz para luchar contra la plaga.
¿Los responsables? La agricultura a gran escala que nació de la llamada Revolución Verde en torno a los años sesenta con la introducción de variedades mejoradas, monocultivo y productos químicos. Y el éxodo de la población rural a la urbe. Los hijos de los que cultivaban ya no quieren cultivar. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO avisa: durante el último siglo se ha perdido el 75% de los recursos genéticos en agricultura y ganadería.
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