06 de diciembre del 19
06/12/2019 § Deja un comentario
Mariano Salvador Maella, fue un pintor, grabador e ilustrador español nacido en Valencia en 1739. Hijo de un modesto pintor del mismo nombre, en 1750 se trasladó a Madrid para ingresar en el estudio de dibujo del escultor Felipe de Castro y posteriormente lo hizo en la recién creada Academia de San Fernando, donde acudió a las clases del pintor Antonio González Velázquez, quien le transmitió todos los elementos del barroco tardío dieciochesco, con su característica delicadeza rococó a la romana, derivada de Corrado Giaquinto. Tras completar sus estudios y después de haber ganado varios premios en los certámenes de la Academia, Maella se trasladó a Roma en 1757.
En la Ciudad Eterna inició su carrera profesional con un encargo para la iglesia de la comunidad española de los Santos Inocentes. No obstante, la influencia del barroco quedó relegada cuando Maella regresó a España en 1765 y entró en la órbita de Anton Raphael Mengs, quien le acogió en su círculo de protegidos y le facilitó encargos regios. A partir de entonces desarrolló una amplia labor de fresquista en la decoración del Palacio Real de Madrid y en otros sitios reales. En 1774 fue nombrado pintor de cámara y en 1776 comenzó el ciclo de pinturas al fresco del claustro de Toledo, empresa artística que compartió con Bayeu. De las tres escenas encargadas llevó a cabo solo dos, que versan sobre el martirio de santa Leocadia. Para la catedral toledana entregó, además, seis grandes lienzos de altar (1778-1805) y una serie de alegorías (1778).
Maella trabajó también en su ciudad natal, a la que regresó en 1787 para decorar varias capillas: la del beato Gaspar Bono, en la iglesia del convento de San Sebastián, y el cuadro del altar mayor para la capilla de San Francisco de Borja en la catedral, flanqueado por los famosos cuadros de Francisco de Goya. En su pintura religiosa Maella dedicó muchos de sus lienzos al tema de la Inmaculada, requerida incesantemente por iglesias y particulares. Aparte de la Inmaculada, que realizó en 1784 para la iglesia de San Francisco el Grande de Madrid y cuyo boceto de presentación conserva el Museo del Prado, una de las versiones más conocidas es la que pintó en 1789 para el Oratorio de Damas del Palacio Nuevo (Patrimonio Nacional).
Compaginó su labor como pintor al servicio regio con el puesto que ocupaba en la Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, donde era responsable de la supervisión del trabajo de los pintores jóvenes. Maella fue un pintor fecundo, de una creatividad incesante en todos los géneros pictóricos. Mientras que en sus cuadros de las cuatro estaciones, del Museo del Prado, sigue fielmente las pautas iconográficas del libro de emblemas de Cesare Ripa, en sus retratos adoptó el modelo iconográfico impuesto por Mengs. A su labor artística hay que sumar las obligaciones que tuvo en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la que fue miembro de mérito desde 1765 y donde sustituyó a Mengs en su labor docente, después del regreso de éste a Roma en 1769, hasta lograr el nombramiento de teniente director en 1772. En 1794 fue designado director de pintura y al año siguiente, tras la muerte de Bayeu, se convirtió finalmente en el director general de la institución. En la cima de su carrera, Carlos IV le concedió en 1799 el título de primer pintor del rey, vacante desde la muerte de Mengs, aunque compartido con Francisco de Goya. Tras la Guerra de la Independencia, en los procesos de purificación llevados a cabo por Fernando VII, quedó relegado de sus cargos y fue sustituido por su discípulo, Vicente López Portaña. Falleció en Madrid en 1819.
Fuente: Maella, Mariano Salvador
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